Nota en Revista La Hora: Abril 2017
La semana de una Wedding Planner
Desde acompañar a la novia a las pruebas de vestido hasta verificar que el día D todo fluya según lo planificado, su trabajo se basa en asesorar a la pareja en todas las decisiones en cuanto a su matrimonio. Aquí, siete días en la vida de Tamara Sepúlveda.
Por: Catalina Lobos P.
LUNES En un momento, Tamara Sepúlveda pensó en tomarse este día ‘libre’, considerando que prácticamente no tiene fines de semana. Sin embargo, fue imposible. Con la organización de 15 a 20 matrimonios a la vez, son muchos los detalles que los novios deben ir afinando con ella y muchas las parejas que la contactan mediante WhatsApp para despejar dudas o proponer ideas para el gran día. Así, de lunes a miércoles, Tamara, quien lleva diez años dedicada a la organización de matrimonios -una de las primeras en Chile-, dedica sus mañanas a la parte administrativa de su empresa. “Mando mails, veo en qué están los novios, repasamos los avances que tuvieron durante el fin de semana y qué tareas tienen que hacer en la semana. Como les voy manejando la agenda, junto con mi equipo les vamos diciendo ‘ya, esta semana nos toca elegir fotógrafo y la siguiente, definir la decoración’, por ejemplo. Tenemos un calendario que vamos siguiendo mes a mes con los novios”, cuenta. A las 18.30 h tiene su primera reunión de la semana. Como la mayoría de sus novios trabaja y tiene poco tiempo, se junta con ellos después del horario de oficina o en la hora de almuerzo en algún café cerca de sus oficinas. Hoy, la pareja, con quien lleva varios meses trabajando, debe elegir las invitaciones. Previamente le mostraron a Tamara un ejemplo que encontraron en internet, por lo que les consiguió una cita con dos empresas que realizan un trabajo similar en Chile.
MARTES Es la última prueba de vestido de una de sus novias del fin de semana. La conoció hace tres años en el matrimonio de su hermano y hace diez meses la contactó para decirle: ‘Ya me conseguí el novio, ahora organízame el matrimonio’. Son las 18.45 h y se quedaron de juntar en La Casa Blanca de Avenida Providencia. A Tamara ya la conocen, todas las modistas saben quién es y cuál es su trabajo. Así que juntas aconsejan a la novia, desde el largo del vestido -con y sin zapatos- y los ajustes en la cintura y hombros, hasta la pedrería y el velo. A las 20.30 Tamara tiene que estar en Los Dominicos para definir la pauta oficial de otro de los matrimonios de ese fin de semana, por lo que se debe despedir, asegurándose de que la novia quede satisfecha. Una vez en la reunión de pauta, junto a los novios y los proveedores deben armar el cronograma, desde que abren el centro de eventos a las 12 h hasta la repartición del cotillón a las 00.33 h, pasando por maquillaje y peinado de la novia, hora de llega-da del novio y los invitados a la iglesia, inicio y término de la ceremonia, la llegada al centro de eventos, duración de cóctel y sesión de fotos, brindis de los novios, comienzo de la cena y luego la fiesta, entre otros puntos. “Esto lo vemos con el Dj, el fotógrafo, el banquetero, etc. Si no nos podemos reunir todos, nos preocupamos de que la reciban en su mail. La idea es que los proveedores reconfirmen que está todo listo, desde la hora en que tienen que llegar hasta cuáles son sus requerimientos. Por su parte, los novios deben entregar la lista de invitados final y en qué mesas van a ir”, dice.
MIÉRCOLES Entre que termina de avisarles y confirmar las reuniones pendientes que los novios tengan en la semana, a esta altura Tamara trata de dedi-carse un poco más al negocio en sí. “Trato de parar y ver la publicidad, el marketing, hacer contactos con nuevos proveedores o reunirme con otros que me han escrito. “Además, para no quedarme atrás con las novedades que vayan saliendo, navego mucho en Instagram y Pinterest para sacar nuevas ideas sobre qué es lo que está pasando a nivel internacional”. En cuanto a los proveedores, y esta es la diferencia con el trabajo que realizan las productoras, Tamara y su equipo no trabajan con un staff fijo. “Lo que hago es recomendarles a los novios, dentro del presupuesto y estilo que quieran, una serie de 15 o 20 fotógrafos, banqueteras, centros de eventos, Dj, floristas, etc. Yo no tengo mis proveedores, sino que siempre estoy buscando nuevos”, explica la wedding planner.
JUEVES Una pareja de novios la contactó hace un par de días para coordinar su primera reunión con ella. A las 19.30 h quedaron de juntarse en un café en el centro. “Lo primero que hago es preguntarles cómo se conocieron, a qué se dedican, dónde viven, si viven juntos, qué les gusta, si tienen hijos, si les gusta bailar, qué les ha gustado y qué no en otros matrimonios que hayan ido, etc. Tengo que conocerlos para saber leerlos, y desde ahí ofrecerles lo que sé que les va a gustar. La idea es darle personalidad al matrimonio, porque para mí nunca habrá uno igual al otro. Los novios van cambiando, por ende, siempre va a ser distinto. La idea es que si los invitados van a la semana siguiente al mismo centro de eventos, el matrimonio no sea igual”, asegura.
En este caso la pareja tiene claro su estilo y cómo son como pareja, por lo que Tamara solo debe aterrizar su idea y ofrecerles los servicios para armar la boda que tienen en su mente. “Los aconsejamos con cada idea y si es factible realizarla o no, o con qué proveedor podría ser. Con eso vamos trabajando, según lo que ellos esperan y lo que los invitados cuenten de ese día. Es primera vez que se casan, por ende, no tienen experiencia de cómo hacerlo. Nosotros estamos para asesorarlos”.
VIERNES Ya está todo listo para los dos matrimonios de mañana. Tamara trabaja con un equipo de cuatro personas, por lo que se van a dividir entre ambos eventos. Lo bueno es que los dos matrimonios los está organizando desde hace un año, tiempo ideal para que todo salga perfecto y sin prisa, conside-rando que cuentan con 200 invitados cada uno. A las 15 h debe ir a buscar los centros de mesa, el protocolo y los recuerdos para ambos eventos, asegurándoles a los novios que mañana ella misma los va a ir a dejar a cada centro de eventos antes de que empiecen las respectivas ceremonias.
SÁBADO “Si el matrimonio es a las 19 h, llegamos al centro de eventos a las 14 h a verificar que todo esté funcionando bien, así como el montaje. La banquetera y la iluminación generalmente llegan más temprano. El caso más complejo es cuando la iglesia está en un lugar, la novia en su casa y el centro de eventos en otro. En esos tres momentos tenemos que estar. Tipo 18 h, una se va a la iglesia a coordinar todo allá, desde dónde tienen que esperar el novio, los padres y los padrinos, hasta que haya llegado el cura, la gente que tiene que leer y el coro. Y la otra persona, en este caso yo, tengo que estar desde las 17 h acompañando a la novia, ayudándola a vestirse, a calmarla si está muy nerviosa y ver que esté lista a tiempo. Después de la ceremonia está la sesión fotográfica de los novios. Uno de nosotros tiene que acompañarlos y otro se va al sector del cóctel para ver que empiece a tiempo, que lleguen los invitados y que todos tengan claro cuál es su mesa. Es superimportante que los dos estén coordinados, para que el fotógrafo termine justo cuando lo haga el cóctel. Nuestro deber es que todo fluya y que no haya tiempos muertos”, relata Tamara, quien lleva un banano donde tiene paracetamol, polvos translúcidos, el labial de la novia, pañuelos, tijeras, ganchos para la ropa y un minicosturero, en caso de cualquier inconveniente. Además, tiene un botiquín más grande con un lápiz quitamanchas, desodorante, agua oxigenada, etc.
DOMINGO Día de descanso. Muchas veces se junta con quienes ya se casaron para comentar la fiesta y ceremonia y hacer un feedback sobre su trabajo.